Desde hace unos 10 años, venimos viendo cómo las escuelas de coaching certifican “hordas” de participantes.
La competencia entre coaches es gigante y crece con el correr de los días.
Armar una “consultora” prácticamente no tiene barreras de entrada. Ser coach casi tampoco, salvo por el pago de la certificación que, por lo demás, no todos quienes se dicen “coaches”, hacen.
La competencia es sana y siempre sirve para mejorar.
A estas alturas, sería interesante transparentar ciertos datos de esta incipiente “industria”, con el fin de avanzar hacia un mayor nivel de profesionalismo, tanto para quienes prestan el servicio como para quienes lo reciben.
¿Cuánto cuesta una hora de coaching individual? ¿Cuánto vale un taller grupal? ¿Y si lo hago con metodologías ágiles e innovadoras?; ¿Cómo facilitar la posibilidad de que los clientes puedan comparar peras con peras?; ¿Qué privilegia un cliente a la hora de optar?
Hasta donde sabemos, no existen datos que nos permitan contestar a estas preguntas y contar con información para nuestras decisiones. Así es que solo queda trabajar con lo aprendido y competir con colegas que cobran 1/5 de los precios que “podrían considerarse de mercado” …porque total es “solo su tiempo” y el valor que cada persona le asigna a su tiempo es totalmente relativo.
Pero, ¿quiénes podrían ser los llamados a asumir este desafío?; ¿Existe algún organismo que sea representativo y creíble?
Probablemente existe, pero no lo saben.
Avanzar en el camino de crear o robustecer esta “industria”, sería muy positivo para todos los jugadores. Industrias más transparentes es lo que los mercados demandan. Contar con datos e información, nos llevará, sin dudas, a un mejor lugar.