Hard Fun People and Culture

Y entonces, ¿qué pasó? 

Poco a poco, comenzaron a visualizarse distintas herramientas que, de una u otra manera, abrían la posibilidad de hacer “algo” online. Mural, Jamboard, Kahoot y muchísimas otras, empezaron a ser adoptadas (y adaptadas) por consultores y facilitadores. 

¿Qué ventajas ha traído esto?; ¿Qué desafíos presenta?

Como todo cambio, esta situación ha tenido oportunidades interesantes. Por ejemplo, la posibilidad de aumentar el alcance con talleres o procesos, impactando personas en varios países. 

También hemos podido generar alianzas muy interesantes con empresas de otros lugares, con el fin de ir enriqueciendo nuestra oferta. 

Por el lado de los desafíos, la falta de “cara a cara” ha sido una dificultad. Es cierto que nos hemos ido adaptando, pero todavía lo online está muy lejos de sustituir lo presencial. Al menos en nuestra industria. Con suerte y buenas prácticas, será algo complementario, pero para nuestro trabajo, “lo físico” es un activo fundamental. 

Otra tendencia que hemos observado, tiene que ver con los precios. El valor percibido de un taller o proceso online, es más bajo que el valor percibido de un evento presencial. 

Pre Covid, ¿Cuánto estaba dispuesta a invertir una empresa en un encuentro de colaboradores? ¿Cuánto pagaban entre arriendo de lugar, comidas, pasajes aéreos, contratación de consultores, etc.? Nuestra aproximación es que, al menos, pagaban entre 10 y 15 veces más. 

Y no es solo un tema de oferta y demanda, porque nuestra “industria” siempre ha sido muy competitiva en términos de los actores que ofrecen servicios. Es un tema de “valor percibido”. Injusto, si. Detrás de un taller o curso online, también hay mucho trabajo, hay personas que deben coordinar, hay pago de licencias de software y varios otros ítems. ¿Será algo que el mercado vaya regulando en el tiempo? Ojalá. 

No somos detractores de “lo online”. Solo añoramos poder volver a trabajar cara a cara, a recuperar la esencia de nuestro trabajo.