Se nos hace difícil recordar un taller, workshop o programa, donde la comunicación no haya aparecido como un tema clave. Incluso en aquellos donde los temas que se han tratado han sido de mayor complejidad, la comunicación SIEMPRE surge como un aspecto a trabajar o mejorar.
No deja de ser curioso. Esta competencia pareciera ser la más simple de conseguir. Si nos apegáramos al modelo tradicional de comunicación, podríamos decir que: Existe un emisor, que envía un mensaje a un receptor a través de un canal. Suena sencillo, ¿no?
Sin embargo, la comunicación es la gran deuda que tienen los equipos de trabajo y las organizaciones.
El entorno de hoy es complejo. Tenemos muchas “voces” y múltiples canales. Si antes la dificultad era encontrar información o utilizar el canal adecuado, hoy lo difícil es filtrar y segmentar.
Si a lo anterior le sumamos la máxima ontológica del observador, donde básicamente cada persona esucha desde lo que es, desde su historia, desde sus propios contextos de obviedad, estamos frente a un fenómeno que es complejo de verdad.
¿Te ha pasado que lees un Whatsapp de alguien que dice: “Hola”? Y nada más…sin exclamaciones, puntos suspensivos o emojis. ¿Te ha pasado que has sentido que ese “Hola” es frío, pesado o distante? ¿Te has preguntado si es que la persona del otro lado estaba pensando ese “Hola” con un tono simpático?
Lo mismo puede haberte pasado con un email.
Entonces, ¿qué podemos hacer para que la comunicación, este complejo proceso humano, sea mejor en nuestro ámbito laboral?
7 Formas de Mejorar la Comunicación
1.- Asertividad:
Saber expresarse de manera asertiva es el primer paso para mejorar. Elegir correctamente las palabras, evitando ambigüedades o contextos de obviedad (asumir que el otro entiende lo mismo que yo le quiero decir). En comunicación, menos, es más. Si puedo prescindir de palabras “rimbombantes”, tanto mejor.
2.- Chequear:
No importa si estoy siendo emisor o receptor, el chequeo en la comunicación es clave. Parafrasear o preguntar, resultan ser herramientas muy útiles para asegurarme de que “estamos en la misma página”. Por ejemplo: “Entonces, lo que entiendo es…”
3.- Empatía (Saber qué decir y cuándo)
Empatizar con el otro es fundamental para lograr transmitir los mensajes de manera correcta. No da lo mismo dónde, cuándo ni cómo. Preguntarme ¿QUIEN ES EL OTRO?; ¿Qué le importa?; ¿Cómo puede entender mejor?; ¿Cómo logro captar su interés? Puede ser lo que marque la diferencia. Tomarse un tiempo para “diseñar” una buena conversación podría determinar el éxito o el fracaso de ese espacio de comunicación.
Por ejemplo: “¿A qué hora del día Juan está más abierto a tener una conversación difícil?
4.- Amabilidad:
Parece obvio que la forma importa tanto como el fondo cuando se trata de comunicarnos. Si eres rudo al dirigirte a alguien o al preguntar, no esperes amabilidad de vuelta. Si, en cambio, ocupas un tono adecuado y las palabras correctas, se te abre un mundo de posibilidades.
5.- Diseñar tus conversaciones:
Si. Es posible. Piensa en tu interlocutor. ¿Qué le importa?; ¿Cómo puede entender mejor?; ¿Cómo logro captar su interés? No da lo mismo el canal a través del cuál establezca una determinada conversación. Tampoco da lo mismo la hora o el día. La comunicación se puede mejorar si nos fijamos en estos “detalles”.
6.- Lo “Extra Laboral”
Empujar la camaradería e incluso la amistad entre colaboradores, no tiene nada de malo. Eso de “yo no tengo amigos en el trabajo” es anticuado. Estrechar los vínculos con mi equipo, propiciar espacios fuera de lo laboral o conversaciones que no tengan nada que ver con la oficina, te permitirá contar con más solidez y mejorar las opciones de comunicarse mejor.
7.- Fijar condiciones de satisfacción:
Lo hacemos poco, pero se trata de una técnica poderosa. En otras palabras, ¿qué necesitas para estar satisfecho con lo que me estás pidiendo? Ser específico en relación a esto es una ventaja. Muchas veces lo damos por hecho o lo manejamos dentro de un contexto de obviedad. Explicitarlo te evitará malos entendidos.